martes, 31 de mayo de 2016

Lazarillo de Tormes



Prólogo
Yo por bien tengo que cosas tan señaladas, y por ventura nunca oí
das ni vistas,
vengan a noticia de muchos y no se entierren en la sepultura del olvido, pues
podría ser que alguno que las lea halle algo que le agrade, y a los que no
ahondaren tanto los deleite; y a este propósito dice Plinio que no hay libro, por
malo q
ue sea, que no tenga alguna cosa buena; mayormente que los gustos no
son todos unos, mas lo que uno no come, otro se pierde por ello. Y así vemos
cosas tenidas en poco de algunos, que de otros no lo son. Y esto, para ninguna
cosa se debría romper ni echar
a mal, si muy detestable no fuese, sino que a todos
se comunicase, mayormente siendo sin perjuicio y pudiendo sacar della algún
fruto; porque si así no fuese, muy pocos escribirían para uno solo, pues no se hace
sin trabajo, y quieren, ya que lo pasan, ser
recompensados, no con dineros, mas
con que vean y lean sus obras, y si hay de que, se las alaben; y a este propósito
dice Tulio: “La honra cría las artes.” ¿Quien piensa que el soldado que es primero
del escala, tiene más aborrecido el vivir? No, por cier
to; mas el deseo de alabanza
le hace ponerse en peligro; y así, en las artes y letras es lo mesmo. Predica muy
bien el presentado, y es hombre que desea mucho el provecho de las animas;
mas pregunten a su merced si le pesa cuando le dicen: “¡Oh, qué
maravi
llosamente lo ha hecho vuestra reverencia!” Justo muy ruinmente el señor
don Fulano, y dio el sayete de armas al truhán, porque le loaba de haber llevado
muy buenas lanzas. ¿Qué hiciera si fuera verdad?
Y todo va desta manera: que confesando yo no ser mas
santo que mis vecinos,
desta nonada, que en este grosero estilo escribo, no me pesara que hayan parte y
se huelguen con ello todos los que en ella algún gusto hallaren, y vean que vive un
hombre con tantas fortunas, peligros y adversidades.
Suplico a Vuest
ra Merced reciba el pobre servicio de mano de quien lo hiciera
más rico si su poder y deseo se conformaran. Y pues V.M. escribe se le escriba y
relate el caso por muy extenso, parecióme no tomalle por el medio, sino por el
principio, porque se tenga enter
a noticia de mi persona, y también porque
consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues
Fortuna fue con ellos parcial, y cuanto más hicieron los que, siéndoles contraria,
con fuerza y maña remando, salieron a buen puerto.
 

martes, 3 de mayo de 2016

Don Quijote

Alonso Quijana como un hombre no excesivamente rico, incluso se podría decir que era mas bien pobre.
También no describe la edad de este peculiar personaje "50 años" y de su peculiar ama de llaves que pasaba de los 40.
Este buen hombre tenía era de complexión recia, madrugador y gran aficionado a la caza.
Este peculiar personaje era gran amante de las novelas de caballería y tenía como escritor favorito a Feliciano de Silva. Tal fue la obsesión por estos libros de caballería que decidió convertirse en caballero. Para llevar a cabo esta extraña aventura tubo que coger y limpiar las armas de sus bisabuelos, las cuales tubo que preparar para su uso.
Para poder convertirse en un buen caballero necesitaba las siguientes cosas:
  • Un nombre para él mismo: pues todo caballero que se precie tenia un nombre apropiado para tal faena. Decidió ponerse como nombre Don Quijote de la Mancha, idea que sacó de Amadís de Gaula.
  • Un nombre para su caballo: Al cual puso como nombre Rocinante, ya que el pobre caballo no se encontraba en su mejor momento.
  • Una mujer a la cual dedicarle todos sus triunfos y glorias, ya que en aquellos tiempos un caballero no podía comportarse como tal si no tenía una mujer a la que dedicarle sus triunfos.


Don Quijote a medida emprende su primera salida antes del amanecer.
Por el camino se iba haciendo preguntas sobre él mismo y sobre su futuro como caballero y llego a la conclusión de que en realidad no era un caballero pues no llevaba armas blancas como cualquier los caballeros de sus novelas, pero después de mucho pensar pudo mas su locura que su cordura pues siguió pensando que era un perfecto caballero. A medida que cabalgaba iba imaginándose que sería un caballero famoso y que aparecería en los libros de caballería por sus grandes hazañas.
Comenzó a anochecer y Don Quijote se introdujo en una venta para pasar la noche. Allí encontró a dos mujeres a las cuales comenzó a elogiar y alabar, las dos mujeres comenzaron a reírse de su forma de hablar y de que no se daban por aludidas de tales piropos. Don Quijote comenzaba a enojarse, pero en ese momento apareció el ventero que le ofreció comida, un lugar para dejar el caballo y un buen lugar para dormir.
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